¡Queridas familias que me seguís y estáis llenas de amor y gratitud! Soy Ana, y hoy quiero compartir con ustedes algunas anécdotas maravillosas sobre educar en la gratitud y en la bondad en el viaje de la crianza de mis hijos. Porque en este hermoso, pero a la vez duro viaje, aprendemos mucho de los pequeños corazones que guiamos. Aquí les traigo algunas lecciones muy valiosas que me han enseñado mis mimosos sobre gratitud y amor.
1. La Magia de las «gracias» espontáneas, educar en gratitud
Un día, mi hija pequeña me sorprendió diciendo «gracias», no solo cuando se lo habíamos enseñado, sino también cuando ella quiso. Desde aquel día me di cuenta de que lo tenía super integrado en su vocabulario y de qué además, la forma de usarlo era completamente correcta. Agradecía cada vez que le daba un trozo de aguacate que le encanta, por su patito favorito (que era el mío de mi niñez), cuando su hermano compartía algo con ella, y en definitiva, por cada pequeña cosa que le hacía feliz.
Esto me recordó que educar en la gratitud es un regalo que nos damos a nosotros mismos y a los demás. Desde entonces, intentamos encontrar algo nuevo para agradecer cada día, incluso las cosas aparentemente pequeñas.
2. La generosidad de un corazón joven
En una ocasión, mi hijo compartió su juguete favorito con un amigo en el parque sin que nadie se lo pidiera. Su generosidad me enseñó que, incluso desde muy temprana edad, los niños comprenden el valor de compartir y hacer felices a los demás.
Desde entonces, hemos cultivado esta actitud alentándolo a él y a su hermana a donar libros y juguetes, e incluso a intercambiarlos, y de esta manera, enseñarles que dar es hacer feliz a los demás, y que eso nos dará mas felicidad aún a nosotros.
3. El poder curativo de un abrazo
En cierta ocasión, mi hija vio a un niño en su cole llorando, y en lugar de alejarse, se acercó a él y le dio un abrazo. Ese simple gesto de compasión me enseñó que el amor y la empatía son las herramientas más poderosas para sanar corazones heridos.
Ya lo hacía con su hermano, incluso conmigo cuando me veía triste o agotada (porque sí, es importante enseñarles a nuestros hijos que nosotras las mamas también tenemos sentimientos, y al igual que estamos felices, podemos no estarlo). Ella, a pesar de su corta edad ya empatizaba conmigo y se acerba a preguntarme «¿mamá estás triste?».
También mi hijo cuando me ve triste se acerca y repite: “Te entiendo y te comprendo, ¿puedo ayudarte?”.
En esos momentos me doy cuenta de la importancia de seguir educándolos en la crianza consciente, puesto que poco a poco ellos se van nutriendo de valores y esto va dando sus frutos en el día a día. Si hay un valor que quiero y deseo que tengan mis hijos es la empatía. Por esa razón, ahora en nuestra familia celebramos «días de abrazos» para recordarnos mutuamente el poder curativo de un abrazo afectuoso.
Y cómo estas historias recuerdo muchas más, puesto que cada día regalan más gestos y frases a los demás. Espero que en su cole sigan así y se rodeen de personas que estén llenos de bondad y gratitud.
Consejo para educar en la gratitud y en la bondad
Un consejo que quiero compartir con ustedes es incorporar un «ritual de gratitud» en su rutina diaria. Al final del día, antes de dormir, compartan algo por lo que estén agradecidos. Puede ser algo que hayan experimentado juntos como familia o algo personal que cada miembro quiera compartir. Este simple ritual no solo cultiva la gratitud, sino también el vínculo familiar y la apertura emocional entre todos.
Y si tenéis la suerte de poder viajar y compartir con otras culturas, enseñadles los privilegios que tenemos. De esta manera, valorarán de manera consciente su suerte y no dirán “gracias” como una grabadora cuando se les pregunte “¿qué se dice?”, si no que les saldrá a ellos mismos de manera natural.
Si os interesa el tema mamás y papás, os recomiendo que os paséis por nuestro blog donde encontraréis más información sobre ello. ¡Recordad! En esta maravillosa travesía de la crianza consciente, nuestras experiencias de educar en la gratitud y en la bondad nos unen y nos enseñan lecciones profundas. Aprendemos que el amor se expande cuando se comparte y que la gratitud es la semilla de la alegría duradera.
Con amor y gratitud,
Ana ✨